¿SIGLO XXI?


 

Dengbagwi

          

            Palabras sin sentido ni orden van dando vueltas por mi cabeza, destrozando mi razón, calcinando el raciocinio. Noto cómo mis neuronas se quedan atornilladas a mi capacidad craneal. Siento como mi cerebro se derrite a ritmo de trip-hop y cae por mi nariz. Mis lagunas cerebrales son de color magenta y mientras alguien muere en Chechenia, lágrimas corrosivas van cayendo por mi rostro árido y cortado. Me despierto y ella no está a mi lado. Ni siquiera el cuerpo de Cristo soportó tanto dolor como el alma de un maníaco depresivo. La Lupe ya no nos quiere, se esconde detrás de un novio que no conocemos y, mientras, sigue invitándonos a una noche loca en el Kathmandú, mostrándonos su cuerpo encorsetado de maniquí de la planta joven del Corte Inglés. Yo no odio a las mujeres; simplemente las amo a todas y ellas me odian por esto, incluso algunos hombres me recriminan mi lado más seductor. Sigo jugando, sigo buscando a la mujer perfecta, a aquélla que, aún sin conocerla, hizo que me olvidara de la existencia "real". Todavía sueño despierto, noto como mi engranaje anímico comienza a dar vueltas y vueltas a la inversa, sugiriendo que nunca jamás hemos existido; invitándome a pensar que todo esto no es más que una mentira, un bulo, una broma pesada que los dioses nos están gastando. Que tengan cuidado esos dioses, porque igual un día nos cansamos de esta mierda y tomamos el Elíseo a base de pincel y revólver. Lucifer fue el primer rebelde y nosotros, pobres creyentes del mal, promiscuos e incestuosos pecadores, igual nos levantamos en armas contra "el poder absoluto de Dios". La claridad mental no es un don ni un atributo divino, sino una tortura cerebral, una quimérica ilusión bañada en LSD, una espiral de dolor y locura que nos transporta de un lado a otro sin ningún sentido ni orden. Teorías del Caos. Filósofos rotos con sus absurdas hipótesis sobre la Nada. Basura. Llegó el 2000 y ganaron los de siempre, el mundo sigue siendo el mismo asqueroso jardín del Edén de mentira que siempre será, hasta que nos cansemos de esta pantomima y decidamos dedicarnos solamente a purificar nuestras almas en vez de clonar y poner precio a las de los demás, mientras sorteamos la realidad para poder encontrarnos. Todavía soy capaz de enamorarme de una imagen de celuloide en movimiento. Te echo de menos y todavía no te conozco. Sigo comiendo madera como una termita voraz, esperando el momento de mi propia crucifixión. De noche sueño con vos, aun cuando no recuerdo lo que soñé la noche anterior. "Quiero volver a casa, a alguna casa", quiero volver de Argentina, quiero volver de París y quiero marcharme a Venecia, aunque el lugar anhelado nunca está marcado con una enorme X. Quiero olvidar mi pasado, quiero seguir siendo capaz de enamorar a chicas aventureras que pasan de niñatos listillos, quiero dejar de ser una PUTA, pero mi dentro me dice que necesito tus besos más allá de la vida y la muerte. Besos negros, besos muertos, carbonizados por el odio. Tu odio, mi odio, mi heroína, mi chica-muerte más letal, voy a decirte adiós para siempre y aunque siempre te voy a echar de menos, seguiré buscando experiencias prohibidas hasta que mi cuerpo se desintegre en un enorme charco de bilis y pus. No creo en mujeres perfectas; sólo soy yo buscando y buscando por esta escalera hacia el cielo por la que no logro avanzar ni llegar a caerme del todo. Pienso luchar hasta la muerte contra la propia muerte de Dios. Quiero seguir machacando cabezas de nazis idiotas a base de letras y mala hostia. Quiero seguir luchando por algo en lo que casi ni creo; quiero seguir luchando por mí. ¿Valdrá la pena? La duda, que es el motor de mi propia lucha interna, de toda lucha interna, crea un proceso que va alimentando poco a poco mi propia indecisión. Hoy es un día grande, es un día nuevo. Mi chica de siempre me ha dicho que elija entre una vida o una muerte y, todavía emocionado, he tenido que darme la vuelta una vez más a la cabeza para poder comprenderme mejor, para poder comprenderme un poco menos y así dejarme llevar por ese puto vitalismo que escondo detrás de noches sin fondo, soñando con niñatas perturbadas por tanto dolor. El dolor no es algo divertido, es algo mostoso y molesto que se pega al alma como una lapa, como una sanguijuela voraz que te consume por dentro como un-dolor-dentro-de-un-dolor-dentro-de-un-dolor, que te destroza la sangre y tritura todo en lo que crees. Todo mi vitalismo a la mierda por un maldito beso negro, una maldita garganta profunda que me seduce como la misma miel de los ángeles. No sé qué decir ya más para poder auto-compadecerme con estilo. Desearía poder mandarme a la mierda una vez más para resucitar mañana por la mañana y carcajearme delante de la vida por seguir en pie. Pero por esta noche ya basta de robarle vidas al gato del vecino, ya basta de trabajar para que nadie se dé cuenta de que el "hermano avestruz" se siente más muerto que vivo por un ratito, que sufre, que tiene mocos y que llora cuando la duele la tripita, que tiene que leerse estúpidas tiras cómicas por las noches para no desfallecer, para recordarse que dentro de todo este lío hay un delfín esperando verle brillar. El "hermano orca" espera y el "hermano burro" rebuzna y rebuzna una tabla de multiplicar inexistente que hace eones olvidaron todos los animalitos de la granja. Buenas noches cariño, sueña con los angelitos, que descanses, que te vaya todo bien. Espero soñar con montañas de tierra azul y gris, con caminos de baldosas amarillas que me llevan hasta mi particular reino de Oz, pero lo más triste de todo es que en vez de estar en mi camita durmiendo y soñando que todo va bien, me quedo como un idiota cultivando esta mísera pluma inexistente, que siendo víspera del tan afamado siglo XXI, es algo más virtual de lo que un romántico empedernido exigiría, pero algo más práctico para un zurdito inadaptado como yo. Buenas noches mi niño, que descanses, duerme bien.

 

DAVID.

 


 

volver