La Pareja


 

LA RELACION ESPECIAL

 

                El propósito de este artículo y los siguientes que aparecerán sobre la relación en pareja, es compartir con los lectores de "PUNTO DE VISTA" una serie de reflexiones sobre el tema que, desde una óptica personal, me llevaron a preguntarme el porqué de mis fracasos en esa dirección. Antes de entrar en proceso de desarrollo personal, cuando una relación terminaba, solía recurrir a concentrarme en las faltas del otro o, como mucho, reconocía que me había equivocado en mi elección. Lo que nunca sospeché es que lo primero que tenía que hacer era cuestionar el planteamiento que yo me hacía de lo que era una relación e indagar sobre el motivo de tan poderosa inclinación. Después de leer varios libros sobre el tema, descubrí un ejemplar de "Volver al amor" de Marianne Williamson, que me proporcionó una valiosa fuente de información para iniciar ese trabajo. Más o menos extractadamente, Marianne explica que: "Todos podemos reconocer en nosotros el deseo de encontrar la pareja perfecta, porque es casi una obsesión cultural. Pero la búsqueda de ese ideal que represente la solución, es una de nuestras peores heridas psíquicas y uno de los engaños más poderosos del ego. Es lo que se llama la relación especial. Aunque la palabra "especial" alude normalmente a algo maravilloso, desde otra perspectiva, tiene un significado diferente, algo así como el de aparte o separado, que es una característica del ego más bien que del espíritu". "Nuestro deseo de hallar el príncipe/princesa azul que nos rescate es dañino porque es engañoso. Significa que estamos buscando la salvación en la separación más bien que en la unidad. Lo que más nos completa es el amor a Dios, simbolizado en el amor al prójimo. Esto no significa que la forma de relacionarse tenga que ser la misma con todas las personas, sino que debemos aspirar al mismo contenido: un amor fraternal y una amistad que trasciendan los cambios de forma y los cuerpos". Las reflexiones de Marianne me llevaron a la conclusión de que la creencia en nuestra separación de Dios está ya recogida en la narración bíblica del Pecado Original. El demonio, que aparece en forma de serpiente, no es más que otra alegoría del ego, que continuamente engaña al género humano y es responsable de la expulsión de Adán y Eva. El hombre, una vez lanzado fuera del Paraíso, que representa la unión con Dios, se separa de Él, emprende una vida llena de penalidades y sufrimientos y comienza a creer que es un ser sumamente necesitado. Y continúa diciendo: "El dolor que sentimos es, efectivamente, nuestra propia negación del amor. El ego, sin embargo, sostiene que lo que anhelamos debe venir de otra persona, y que ahí afuera hay alguien especial que puede llenar ese hueco. Como, en realidad, ese deseo surge de nuestra creencia en la separación de Dios, en sí constituye su símbolo y la culpa que sentimos a causa de ello. Entonces, nuestra búsqueda carga con la energía de la desunión y de la culpa. Por eso, a menudo, en nuestras relaciones más íntimas se genera tanta rabia, porque estamos proyectando en la otra persona la que sentimos contra nosotros mismos por amputar nuestro propio amor". "Con frecuencia, cuando creemos que estamos enamorados de alguien, en realidad, estamos cualquier cosa menos eso. El ego nos dice que el otro hará desaparecer todo el dolor de nuestra vida. En el fondo, no nos lo creemos, evidentemente, pero, de alguna manera, sí nos gusta pensarlo. Nuestra cultura nos lo ha metido en la cabeza, valiéndose de libros, canciones, películas, anuncios y, lo que es más importante, de la conspiración del ego". "El propósito de una relación no es que dos personas incompletas se conviertan en una completa, sino que dos personas completas se unan para ayudarse en el intento de sanarse a sí mismas. Pero la relación especial hace demasiado importante al otro: su conducta, sus opciones, su opinión de nosotros, y nuestro deseo de complementarnos nos lleva a pensar que la necesitamos, cuando, verdaderamente, estamos completos y enteros tal como somos. Ahí no nos juntamos para compartir el alborozo, sino la desesperación que genera la unión de dos inválidos emocionales". "De esa forma, el ego, basado en la creencia en nuestra necesidad, monta un dispositivo mediante el cual nos separa en lugar de unirnos, y está siempre preguntando: <<¿Qué puedo conseguir?>>, en lugar de: <<¿Qué puedo dar?>>. Asimismo, procura usar a otras personas para satisfacer lo que él define como "nuestras necesidades" y, constantemente, nos lo está demandando. Pero erramos cuando intentamos utilizar al otro con ese fin, porque así reforzamos esa misma creencia de necesidad que constituye la mentira del ego. Él no busca alguien a quien amar, sino alguien a quien atacar. En lo relativo al amor, su precepto es: <>, porque sólo va en pos de un reflejo de sí mismo, otra máscara que oculte la verdadera faz del amor". "En la relación especial yo tengo miedo de mostrarte la auténtica verdad de mí misma, -mis miedos, mis debilidades-, porque temo que, si las ves, me abandones. Estoy suponiendo que eres un crítico tan despiadado como yo. Y, sin embargo, no estiro el cuello para ver tus puntos débiles, porque me pone nerviosa pensar que me he liado con alguien que no es perfecto. Todo el tinglado va en contra de la autenticidad y, por consiguiente, del genuino crecimiento, y perpetúa la mascarada autopunitiva en la que todos queremos desesperadamente atraer a alguien, supuestamente perfecto, fingiendo, asimismo, ser otro que, en realidad, no somos. Y aunque decimos que vamos buscando amor, en realidad, lo que hacemos es cultivar el odio hacia nosotros mismos, que no es otra cosa que nuestra propia falta de autoestima". Después de leer esto no pude por menos que estar de acuerdo con Marianne. En primer lugar, tenía que olvidarme de querer ser especial, y luego tratar de aceptarme y amarme a mí misma tal como era, para poder conseguir un suficiente nivel de autoestima. De otra manera, mis pautas mentales respecto a las relaciones seguirían viciadas e impregnadas de miedos, ataques, y falsedades, -por más que yo quisiera autoengañarme respecto a eso-, y continuarían llevándome al fracaso una y otra vez.

 

Cristina L.Rojo Poeta y ensayista.

 


 

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