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Craig Venter, presidente de la firma privada PE Celera Genomics, logró antes del verano una lectura completa de los 3000 millones de letras químicas del ADN. En un tiempo de quince meses ha tomado la delantera al Proyecto Genoma Humano Publico, con lo que ha abierto unas enormes perspectivas para la sanidad, y también un negocio de incalculables proporciones para la industria biomédica. El empresario Venter, investigador perteneciente a la nueva elite científica, está triunfando en el lucrativo campo de la biotecnología, un sector a medio camino entre la genética académica de vanguardia y la industria farmacéutica tradicional. Se abre una nueva era en el conocimiento del ser humano con la ordenación de la secuencia del genoma, tras haber quedado dividida en 50 millones de pedazos fragmentados. Las perspectivas para cuestionar la determinación de la naturaleza están abiertas. Lo que se consiguió al principio fue la descripción del genoma de un voluntario cuya identidad se mantuvo en secreto. El genoma de referencia se compara con el ADN de cada individuo (o de un tumor concreto) para averiguar en que genes hay mutaciones importantes. Esto se hace bañando el ADN con un biochip, que contiene en filas y columnas los fragmentos relevantes de decenas de miles de genes. Se ha seguido la misma técnica empleada hace nueve meses en la obtención del primer genoma completo de un organismo complejo, la mosca Drosophila melanogaster. El conflicto de las patentes era el principal obstáculo para que Celera Genomics y el consorcio público, dirigido por Francis Collins, hubieran llegado a un acuerdo para colaborar en la finalización del proyecto. Además, Celera ha sido acusada de no compartir las conclusiones de sus trabajos, conseguidos en parte gracias a los datos públicos de otros programas de investigación del genoma humano. El gran objetivo de Venter ha sido convertir Celera Genomics en la gran fuente de datos genómicos internacional, y convertirse en referente obligado para cualquier investigador público y privado, universidad y empresa farmacéutica. Los datos del genoma en crudo no tienen utilidad práctica, y Venter espera obtener la mayor parte de sus beneficios a base de cobrar tarifas para utilizar los avanzados programas informáticos que ha desarrollado, y que serán vitales para poder extraer conclusiones que si tengan utilidad práctica. En fracciones de segundo se podrán aislar, secuenciar e identificar genes consultando una base de datos. El futuro inmediato de la medicina pasa por la prevención y el diagnóstico genómico personalizado porque la clave de las principales enfermedades, desde las dolencias cardiovasculares hasta los trastornos neurodegenerativos, reside en los genes que predisponen a cada individuo a contraerlas. Algunas personas tienden a adquirir ciertos tipos de tumores. Para conocer la combinación exacta de mutaciones innatas y sobrevenidas que determinan exactamente el comportamiento de un tumor y poder decidir el tratamiento óptimo individualizado, se requiere analizar el genoma de cada uno. El número de enfermedades y hábitos dañinos con predisposición genética va creciendo progresivamente. Las compañías de seguros británicas ya pueden solicitar la información genética a sus clientes antes de suscribirles una póliza, para predecir en que momento se va a morir el asegurado. Lo mismo puede ocurrir en una empresa que quiera contratar a un empleado y quiera saber si está sano. Esto puede acarrear severos riesgos para la protección del derecho a la intimidad y privacidad de los datos personales. La medicina no saldrá beneficiada y se resentirá su función social. Asimismo en un futuro los padres podrían seleccionar su descendencia o evitar tenerla, o incluso mejorarla, porque se van a identificar genes que influyen en el comportamiento, en la inteligencia, en la sociabilidad etc. Una sociedad genéticamente fichada, anotada y clasificada según sus riesgos. Una sociedad en la que aparecerán jerarquías nuevas, uniéndose lo económico con lo biológico. Una sociedad en la que la lucha de clases puede evolucionar hacia la lucha de genes. Pero la ciencia no es culpable de ello y no se puede evitar su avance. Son los grandes intereses que hay detrás quienes se apropian del saber. Las mutaciones genéticas producen graves enfermedades si afectan a sitios claves para la correcta función de las proteínas que codifican, las cuales gobiernan todas las funciones imprescindibles para la vida. Hoy se conocen 5500 enfermedades causadas por un gen concreto. Pero muchas de ellas no forman parte de proyectos de investigación, por no ser lo suficientemente frecuentes o mayoritarias para garantizar la rentabilidad económica de los nuevos medicamentos y la inversión publicitaria. Además, todavía tendrán que pasar cuatro o cinco años para que el estudio genético de las proteínas se pueda aplicar a la medicina. Es preocupante al respecto el recorte que han sufrido en España los gastos en I+D dedicados a la investigación científica, absolutamente imprescindible para todos. Por consiguiente, para que el descubrimiento del genoma se materialice como un derecho colectivo y no como el privilegio de unos pocos habrá que invertir grandes sumas para atender las necesidades humanas a través de la protección social a la asistencia sanitaria pública y de calidad por encima de los intereses que están detrás de los grandes laboratorios y hospitales privados y que los subordinan a sus designios. Habrá que poner la medicina al servicio de la humanidad para no dividirnos en genricos y genpobres.
Sergio AP |