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Me adentro en el cuarto de baño, mi gran cuarto de baño. Y descubro nuevas pózimas que yo mismo confecciono mezclando varios botes a la vez. Un vaso me acompaña; alto y anchote, de color rojo. Más parecido a una gran taza que a un vaso. Le gusta disfrutar de los nuevos olores y sabores que se producen cuando mezclo la pasta de dientes azul con la espuma de afeitar de mi madre. La toalla me está mirando. No quiere participar. Sin embargo, observa todo lo que hago. ¡ Necesito ayuda! . El cepillo se ha movido. Agita mi mezcla con su largo mango. El color está cambiando. De azul pasa a celeste y de celeste a blanco. Se me ha caído un poco al suelo y la toalla, como buena profesional, se encarga de secar lo derramado. Ahora le toca el turno al cepillo de dientes. Una vez hundido en el vaso, se presenta voluntario para hacer en el espejo imágenes diversas que me lleven a nuevos paisajes. Dibujo un Sol. Dibujo un Pájaro. El Sol brilla y el Pájaro ha salido volando. No consigo controlarlo. Es muy grande y con sus enormes alas tira los botes de las estanterías. Se ha parado, enganchado en la cortina de la bañera. Intentaré atraparlo y devolverlo al mágico mundo de los espejos. Mientras el sol, y con él sus rayos, se oculta sigiloso pero estrepitoso a la vez. Voy a hacer otro dibujo. Será una nube. Una nube tan grande tan grande, que ella sola sea capaz de cubrir el alto cielo. Se ha salido del espejo y se ha puesto a llover. ¡¡ Está lloviendo !! El baño se está inundando. ¿ Qué puedo hacer? Dibujaré de nuevo al Sol, para que salga y me salve de este apuro. ¿ Qué dirá mi madre cuando vea el chaparrón? ¡¡Apúrate Sol!! Escucho pasos en el pasillo, sigue lloviendo y ¡no me he puesto el chaquetón! El Sol ha salido. La lluvia ha parado. Pero todavía queda un pequeño charco en el suelo. Pediré ayuda a la señora Fregona y a su novio Don Cubo. ¡Me han dicho que sí! ¡Qué alegría! Todavía estoy a tiempo de librarme del castigo. ¡Oh... la puerta se abre! _ Eh...... hola mamá. _ ¿ Qué haces Pablito? _Nada, nada.. Limpiaba mis pinceles. Mañana tengo clase de plástica. Y ya he acabado. _ Bueno, sal de una vez del cuarto de baño y ven a merendar. Seguro que estás hambriento. _ Si, un poco... susurró Pablito. Al rato..... Uf, casi me pilla. Poco me ha faltado. Ahora tendré que hablar con el señor Bloc y con sus hijos los pinceles, para que no cuenten a mi madre que la clase de dibujo no es mañana. Creo que también debería buscar al señor despertador, para que cada vez que me meta a jugar en mi querido cuarto de baño, me avise con su canto cada vez que alguien me busque y no me encuentre. Y pueda entonces, disfrutar y crear libremente otras composiciones fantásticas que me revelen, una vez más, los secretos de mi gran cuarto de baño.
Vanesa |